MARINO
Recuerdo que cuando se jugó el Mundial USA 94 mis compañeros y yo nos escapábamos a ver los partidos a la soda de Marino, poco conocida por su verdadero nombre: Cameluz.
Marino, doña Carmen --su esposa-- y sus hijos, nos daban más que un servicio; siempre fueron gente sensible, con su forma a veces tosca a veces tímida. Cuando miro esa esquina donde hoy se encuentra otro --ignoro las razones-- y más abajo veo el lugar en donde opera Marino, no puedo evitar un sentimiento de nostalgia por un pedazo del Voca que se ha alejado. Antes había cerrado su soda doña Lilly, otra pérdida sensible.
Los famosos arreglados, empanadas, gallos de salchichón y casados de Marino no estarán más en esa esquina, pero él --que muchas veces supo proveer fiado o gratis de comida a más de un estudiante "limpio" y hambriento-- seguirá más dentro del Voca que la misma caseta del guarda.
Sirva esto de homenaje para Marino, nuestro siempre querido Marino.
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